¿Por qué el desierto?
El principal valor añadido se basa en que el desierto es un espacio natural que nos aleja radicalmente de nuestro entorno y nos ayuda a centrarnos en nosotros mismos y en las personas del equipo con quién estamos compartiendo actividades. El silencio, el espacio, el clima y el tiempo marcan un nuevo ritmo que nos afecta de manera vivencial y motivadora facilitando el aprendizaje. Otros patrones de aprendizaje están implícitos en la cultura de los bereberes (o nómadas del desierto) con sus costumbres, su hospitalidad, sus fiestas, sus ritmos de vida y su gran humanidad y humildad.
Todas estas condiciones nos hacen ser espectadores permanentes de momentos irrepetibles e inimaginables que solamente podemos observar visitando éste lugar idílico.
Con esta puesta en escena pretendemos marcar unas diferencias culturales de impacto que nos permiten crear espacios de reflexión que facilitan el autoconocimiento.
El aprendizaje es continuo.
Los consultores estructuramos las actividades al principio de cada jornada, pero durante el desarrollo de las mismas, se producen infinidad de vivencias diferentes, y esa magia es la que enriquece de una forma inigualable el alma del participante.